Malas mujeres by María Hesse

Malas mujeres by María Hesse

autor:María Hesse [Hesse, María]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Divulgación, Arte, Historia
editor: ePubLibre
publicado: 2022-02-03T00:00:00+00:00


Lo que todas estas mujeres tienen en común es que, por un motivo u otro, a ojos de los demás están LOCAS. Las malas madres como Martina, las mujeres salvajes como Carmen… El útero tiene la culpa. Así nos lo han contado desde tiempos inmemoriales: nuestra naturaleza nos hace emocionales, irracionales, desquiciadas.

En realidad, no hace falta que tengamos ambiciones o ganas de poder; parece que esto comienza cuando nos convertimos en mujeres, porque de niñas nadie nos mira con tanto terror. Ahora bien, cuando cae la primera gota de sangre y ya somos «mujercitas», entonces sí, no faltará quien nos diga que estamos al borde de un ataque de nervios, que somos difíciles, que hemos enloquecido, que estamos haciendo una montaña de un grano de arena… Basta recordar los poderes iracundos de Carrie a partir de su primera menstruación, o al personaje de Linda Blair sometiendo el cuerpo a la prueba de la física en El exorcista. Es una acusación que se remonta a la antigua concepción de la razón como patrimonio exclusivo de los hombres: ellos son racionales y aptos para la vida pública; nosotras, inestables, sometidas a los influjos de la luna. En resumen: lunáticas. De modo que mejor que nos quedemos en casa.

Todo un cúmulo de inconvenientes y pocas ventajas, porque, puestos a definirnos por nuestro carácter cíclico, como si eso a la fuerza nos condicionara, ya podrían haber regulado bajas laborales para los días de sangrado.

En su ensayo incluido en el libro Hysteria Beyond Freud, la historiadora Helen King rastrea la idea hasta Egipto y la Antigua Grecia, donde se creía que el útero era «el origen de todas las enfermedades». Un papiro que data de dos mil años antes de Cristo ya hablaba de «perturbaciones del útero», e Hipócrates, en su tratado sobre las enfermedades de la mujer, decía que el vientre femenino, si no tiene lo que desea, se desplaza de un lado a otro del cuerpo alterando la frágil constitución femenina.

Se llamó a esa afección hysterike pnix, por entender que causaba comportamientos erráticos en las mujeres, y uno de los tratamientos sugeridos fue el embarazo non-stop para mantener el útero estable y asegurado. En pocas palabras, si el cuerpo femenino está hecho para tener hijos, una mujer que no puede o no desea ser madre es una mujer desviada. Y sobre estos cimientos se levanta el mito.

En la sociedad moderna surgida de la Revolución industrial, el desarrollo de las grandes ciudades y un nuevo estilo de vida no alivió la existencia encorsetada de las mujeres.

Si se les hubiese preguntado a muchas de ellas, tal vez habrían expresado cierto grado de insatisfacción con los maridos que les habían tocado en suerte y algo de hartazgo del cuidado familiar. Sin embargo, a ojos masculinos, síntomas como la ansiedad, la irritabilidad, la falta de aire o el insomnio evidenciaban la naturaleza volátil y caprichosa de la mujer, como resumió Giuseppe Verdi en el aria «La donna è mobile», de su ópera Rigoletto, en 1851: «La mujer es cambiante.



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